Homenaje a don Rafael

El pasado 26 de Octubre un extenso grupo de antiguos empleados de la Caja de Ahorros Vizcaína nos reunimos para celebrar la comida anual que, bajo el epígrafe de futboleros, venimos celebrando anualmente. A la misma acude, desde hace varios años y con verdadero agrado, el que fue nuestro Director General, don Rafael Barbier Iturmendi.

En la reunión de este año, nos dimos cita cerca de un centenar de personas. Unos de cuerpo presente, valga la expresión, y otros en espíritu, como expresamente lo hicieron constar, alegando que diversos menesteres les impedían su presencia física.

Para la reunión de este año, la organización (es decir, Periko Atutxa) había fijado un propósito especial: rendir un pequeño, pero entrañable homenaje al señor Barbier. Agradecerle que siempre estuviera con nosotros, casi como uno más, y que nos pusiese, por decirlo así, el maillot amarillo de la clasificación de Cajas de Euskadi.

La cita era en el Hotel Jardines de Albia, lugar ya conocido por la mayoría de los asistentes. En la entrada del hotel se sucedieron alegres saludos, sinceros abrazos y fuertes apretones de manos entre la gran mayoría de los participantes que, por variadas circunstancias, hacía tiempo que no nos veíamos.

En el restaurante había una mesa que podíamos denominar de presidencia, en la que, lógicamente, estaba ubicado don Rafael y algún que otro venerable de la Institución. Los demás asistentes nos fuimos distribuyendo en el resto de las mesas, de unos diez comensales cada una, que casi llenaban el amplio comedor.

Un espléndido Aurrezku, magníficamente interpretado al alimón por Gerva Bilbao al txistu y un ágil e impetuoso dantzari (qué manera de levantar la pierna), nos introdujo en el acto, dando comienzo la comida.

El menú que se ofrecía estaba bien compuesto. Casi diría que estaba pensado para gente mayor (que es lo que éramos la gran mayoría): entrantes (jamón y croquetas), pochas con verduritas y marisco, begiandi a la plancha con acompañamiento de verduras y jugosas láminas de carne con pimientos y salsa de hongos. Fue muy ágilmente servida por el personal del restaurante. Y resultó del gusto de los asistentes, a juzgar por lo vacíos que volvían los platos a la cocina.

Para beber, nos sirvieron un buen tinto y un excelente txakoli. Y, por supuesto, agua, que a muchos de los presente nos es muy necesaria.

Entre plato y plato, continuaron los saludos e intercambios de conversaciones y charlas entre las distintas mesas.

De postre nos sirvieron un helado no sé de qué, pero que estaba soberbio y una tostada suave y cremosa. Entre tanto, Gerva tocaba el txistu animando a la gente, no ya a comer, que para eso no necesitaba incentivos sino a cantar.

Después del café, y como complemento a la copichuela que se sirvió, tomó la palabra otro alma mater de la Vizcaina, Lorenzo Mendieta, quién nos recordó la gran trayectoria que trazó la CAV con don Rafael a la cabeza. Cómo, siendo la caja más joven de todas las cajas vascas, fue lanzada al estrellato hasta alcanzar el número uno del hit parade cajil de Euskadi

Y le dimos al bueno de don Rafael unos recuerdos del acto y de su recorrido por aquellos años en que todos éramos jóvenes. Ya le habíamos dado un buen reconocimiento allá, en el año 1983, cuando se retiró porque le llegó la jubilación. Pero ahora, casi 35 años después, y a punto de cumplir 97 años, no podíamos dejar pasar la ocasión. Esos recuerdos fueron una excelente makila, un pergamino con las firmas de los asistentes y un cuadro, realizado por el artista bilbaíno K-Toño, en el que quedaban reflejados los hitos más importantes en la trayectoria de don Rafael al frente de la Caja de Ahorros Vizcaina: la Ola, el teleproceso, Briñas, el edificio de Gran Vía….

Tomó la palabra, a continuación, don Rafael y con breves palabras, y creo que con verdadera emoción, dio las gracias a los asistentes. Y es que, caramba, no es muy normal acordarte de uno, 35 años después de haberse jubilado. Vino a decir que gracias a todos la CAV había conseguido una serie de títulos tales como la Gran Cruz de Beneficencia, Empresa Modelo, etc. Y siguió la animación entre la gente con ventas de participaciones de lotería y espléndidas canciones al son del txistu, como la clásica canción que nos habla del viejo San Juan que, como casi siempre, nos entonó Elías acompañado, y bastante bien, por un numeroso coro.

La sobremesa se fue prolongando hasta que, ya recogido todo el comedor, comenzamos a salir. Unos a refrescar el garganchón con los más allegados y otros a sus quehaceres y menesteres (no indaguemos).

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