Anecdotario de don Rafael Barbier Iturmendi. Director de la Caja de Ahorros Vizcaina

RAFAEL BARBIER ITURMENDI nació el 13 de diciembre de 1920 en Bilbao y murió el 6 de   octubre de 2018 también en Bilbao, a los 97 años.

Fue Director General de la Caja de Ahorros Vizcaína desde el 25 de mayo de 1971 (sustituyó a D. Francisco Greño Pozurama) hasta su retiro en diciembre de 1983 (su sucesor fue D. Jose Antonio Bontigui Zubiaurre).

Sobre su trayectoria profesional existe un consenso mayoritario: no destacó en exceso en los asuntos económicos, aunque la Caja tuvo un desarrollo próspero durante su mandato. Pero hay prácticamente unanimidad respecto a su aspecto humano: fue un gran hombre. Entre los empleados, durante su trayectoria dirigente, corrió el apodo más afectuoso de SAN RAFAEL; eso lo resume todo. Y para muestra, recuerdo algunas anécdotas de su actuación que corroboran lo antedicho y paso a exponer:

PRIMERA.- Corría el año 1975 y el Centro de Cálculo de Barraincua (en argot, EL IBM) pasaba por momentos de expansión y prestigio: el 1 de enero de 1973 se había inaugurado el sistema informático de Teleproceso, que supuso un antes y un después en el desarrollo técnico de la entidad. Pasar de anotaciones manuales en los ventanillos de nuestras oficinas, tanto en las libretas de clientes como en los estadillos de situación, a realizar las operaciones en vivo y en directo a través de aquellos terminales de bola, los 2970, supuso un avance tan grande, como grande fue el rechazo que generó en parte de la plantilla, sobre todo en los pesos pesados en edad y antigüedad en la entidad: más de doscientos empleados se negaron de hecho al aprendizaje de las nuevas y diferentes “transacciones”, dejando este cometido a los más jóvenes y mejor preparados para estos menesteres. ¡Daños colaterales del avance de los tiempos!

El departamento de Informática se fue reforzando con la entrada de savia nueva venida de otros ámbitos y el mismo año de 1973 llegaron los primeros técnicos foráneos, a saber: el Guaje, el Torci, el Goico, y el Orella. En 1975, llegaron varios más, entre ellos, Luis Maria Doval que llegó de la Babcokc &Wilcox, la Balco, coña, y tenía experiencia de años y una categoría técnica, aunque venir a la Vizcaína, fue cuestión de tela (cosas de las 18,5 pagas).

Era costumbre por entonces, cuando el tribunal examinador (del que yo formaba parte) terminaba la selección de aspirantes y estaban éstos a punto de entrar a currar, hacer una presentación formal a Don Rafael Barbier, Director General, para dar a conocer a los nuevos. De paso justificaba el tribunal su labor, que no era asunto de menor importancia. No fuera a pensarse que nos habíamos estado tocando las narices, que literalmente era así, nos las atusábamos, mientras deliberábamos sobre los aspirantes.

Y hete aquí que, tras unas palabras de bienvenida de Don Rafael, el bueno de Luis Mari, pide la palabra para hacer partícipe al director de una inquietud surgida al hilo de enterarse que los primeros seis meses eran de prueba.

        – Que garantía tengo de que al cabo de los seis meses no sea despedido. Tras haber dejado un puesto fijo y varios años de antigüedad. Preguntó

        – El “dire” le responde: -Hombre yo garantía completa no puedo darte, pero, que yo sepa, en esta entidad no ha habido ningún caso de despido durante el periodo de prueba. Y bueno, no sé que tendría usted que hacer para ser despedido. Vamos que, un suponer, si usted me da un tortazo, pues a lo mejor, pero creo que ni en ese caso sería despedido.

Una muestra del carácter duro de Don Rafael……….

Luis Mari respiró con fuerza y salió convencido de que pasaría el periodo de prueba. Y muchos más, hasta su muerte, años después de la fusión con la Muni, tras penosa enfermedad…Descanse en paz.

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SEGUNDA.- Los años siguientes, del 75 al 78, fueron años de convulsiones políticas: muere el dictador y se inicia la transición política que culmina el año 78 con la aprobación de la Constitución española por las Cortes en Congreso y Senado (31 de octubre), ratificada por el pueblo en referéndum (6 de diciembre) y sancionada por el rey el 27 de diciembre (casi el día de los Inocentes, ojo al dato).

En el país Vasco hubo muchos cambios como consecuencia de lo anterior, y sobre todo en las Cajas de Ahorro, fundaciones, casi todas de carácter público. Emergen partidos políticos y sindicatos y la gestión en la Vizcaina es liderada por el PNV, con un Consejo de Admón, Comisión ejecutiva y Comisión de Control monocolor, salvo la presencia obligada de los sindicatos, evidentemente en minoría muy minoritaria.

Por el lado técnico, la presencia del asesor Felix Carbó elevó a un grado óptimo el desarrollo tecnológico de la CAV y entramos de lleno en su popularización con la instalación de la red de cajeros automáticos. Y la proliferación de las primeras tarjetas: el dinero plástico.

Terminaba el año 78 y con el arrancaba la aplicación de cajeros. El grupo que lideró el proyecto distribuyó las primeras tarjetas, cinco, entre sus componentes: Miguel Arnaiz y Eloy Arriola (Marketing), Chemi Lanzagorta (Organización) y Rafa López (Informática). Pero claro reservamos la número 1 al Director General. Y se la ofrecimos en la presentación de arranque del proyecto, en la sala del Consejo de la sede Central, en Plaza Circular: que era un tema de representación al máximo nivel, que en su círculo de relaciones profesionales tendría un impacto positivo, que se marcaría un buen pegote de progresismo y modernidad, que etc., etc.,…, le dijimos. Pues nones. Que no. Incluso le notamos con el ánimo un pelo emocionado por la propuesta. Que lo agradecía, si, y mucho, pero que no se veía llevando la tarjeta con aire innovador y revolucionario.

Bueno, pues al cabo de un par de días la tarjeta de marras cambió de nombre y fue asignada a una mujer: Concepción Vallejo, mi parienta. Y por esta causa pude seguir utilizando las dos en las pruebas y ajustes del post-arranque del proyecto. Porque de vez en cuando, la máquina de marras se tragaba la tarjeta y había que esperar un tiempo, horas, a veces días, a recuperarla. El hecho no fue por un feminismo anticipado en el tiempo, sino por un egoísmo operacional de la fase de implantación. Pero a que podría parecer que sí. “Semeami” que igual el caso fue único en aquellos tiempos.

Meses antes, Don Rafael nos hizo una visita al departamento de Informática en Barraincúa (solía aparecer por lo menos una vez al año) y le enseñamos las primeras pantallas en conexión con el Teleproceso que solíamos usar los programadores. Y, claro, algo que hoy es un anacronismo, como pedir los datos completos de un cliente, a través de teclear su DNI o sus apellidos y nombre, y que aparecieran de inmediato en la pantalla, hizo exclamar a nuestro San Rafael: ¡¡¡Parece cosa de brujería!!!

Tal era la impresión que le producían las novedades tecnológicas. ¡¡Cómo para exhibirse con una tarjeta nueva estaba él!!

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TERCERA.- Primeros años ochenta, antes de las inundaciones. Los cambios se amontonaban al paso de los días en la entidad: llegada de ejecutivos de la Banca a enseñarnos a trabajar a los cuasifuncionarios de las Cajas; relevo en la Presidencia de la CAV, separando este puesto del de Presidente de la Diputación; nueva revolución, ahora de productos bancarios (la gestión del activo en oficinas), que provocó otra espantada de empleados a las nuevas responsabilidades (Que no duermo, leche, pensando en el préstamo que acabo de conceder, por si no paga el cliente. ¡Con lo a gusto que me iba yo a casa antes!: cuadrar, unos potes, a comer y hasta el día siguiente).

Kepa Amézaga (PNV) presidente (sin sueldo, creo), Rafael Barbier Director General, Jose Antonio Bontigui (traído por el PNV) Director Ejecutivo. Ahí ves a nuestro Santo, metido en un bocadillo, con funciones cada vez menos directas, sólo de representación, pero sin una queja, alzamiento de voz o discrepancia airada.

Bontigui, el gallo Kiriko, gestionaba los órganos de gobierno a placer con el respaldo del PNV. Estaba presente en los tres órganos: Comisión Ejecutiva, Consejo de Administración y Comisión de Control. Creo recordar que no lo hacía mal, pero iba como una moto. Sin guardar a veces las formas.

Guzmán por LAB, González Audicana por ELA y yo por COCOS estábamos en la Comisión de Control que constaba de diez consejeros: cinco del PNV, el Director General, el Director Ejecutivo y los tres sindicalistas antes mencionados. Recuerdo a Josu Sagastagoitia, alcalde de Baracaldo, y Chanito, de Sondica, amigo txokero de Heliodoro Aburto, padre del actual alcalde de Bilbao. Del resto me cuerdo de las caras, pero no de los nombres. Con Josu he coincidido muchos años con las familias por vacaciones de Semana Santa en Isdabe (residencia de las Cajas de Ahorro): pausado, amable, tranquilo, siempre con sonrisa discreta y pelín tímido. Solamente una vez le vi exaltado. Fue cuando le hice un comentario sobre la playa aérea de Róntegui (el puente se estaba construyendo, llevaba notable retraso y personal de Baracaldo, sobre todo mujeres, subían en verano a tomar el sol sobre el cemento sin hormigonar). Con el segundo, con cierta frecuencia, tomábamos alguna copa tras las reuniones en los bares del entorno: Old Tavert, Lepanto, Ambassador, Bluesville, Azurro,… ¡Qué tiempos aquellos! Dentro de poco no va a quedar ni el apuntador para contarlo. A casi todos los actuales empleados de Kutxabank estos lugares, la mayoría desaparecidos, les sonarán a chino. El Director General tenía voto de calidad en caso de empate en la comisión. Ah, y actuaba como secretario, como no podía ser menos, el Secretario General de la Caja, Jose Ignacio Susaeta. Sin voz ni voto. Sólo redactar el acta y degustar, como todos, almendras tostadas y algunos caramelos que nos ponían en unas bandejas para pasar el trago de la reunión.

Prácticamente recibíamos las actas de la Comisión Ejecutiva (semanal) y la del Consejo de Administración (mensual) el mismo día que teníamos la reunión de la Comisión de Control por la mañana. O sea que había que revisarlas con vistazo aéreo. Y por la tarde la reunión, a las seis. La mayoría de asistentes abrían el sobre con la información en la misma reunión: ¡como para ir enterados de algo! Los empleados un poco antes, durante la mañana.

Recuerdo que era otoño, por Octubre, creo. Revisando la documentación recibida en la mañana, vi que un acuerdo del Consejo de Administración del mes anterior se había ejecutado sin cumplir con la “preceptiva notificación previa a la Comisión de Control”. Llamé a Guzmán y Audicana y, aunque sabíamos que no podía tener éxito, planificamos un pequeño belén para la reunión, afeando la conducta del Consejo y exigiendo una votación que sabíamos de antemano perdida.

Llegados a la reunión nos encontramos con dos sorpresas: las ausencias de Yosu Sagastagoitia y de Jose Antonio Bontigui. Con las respectivas justificaciones, por supuesto: Josu por coincidencia con un pleno importante del Ayuntamiento de Barakaldo, y el gallo Kiriko por estar asistiendo a las reuniones del Fondo Monetario Internacional, creo que en Washington. O en Tokio. Yo qué sé.

Joder, éramos ocho, cuatro del PNV, tres sindicalistas y el Director General. Y echamos el resto en argumentaciones sobre el hecho en cuestión. Claro, como se sentían superiores en número, los peneuvistas no querían ni argumentar (no se lo habían leído, seguro), de hecho no argumentaron y tras exponer nuestros razonamientos, ¡rápido, a votar! , forzaron. La votación era para confirmar el acuerdo del Consejo o tirarlo para atrás.

Los votos fueron apareciendo sin sorpresas cuatro negativos, del PNV, tres positivos , los sindicalistas y el último voto, el de Don Rafael, que quiso emitirlo tras hacer una exposición de motivos previa de su sentido: ¡¡¡¡POSITIVO!!!! Su voto de calidad nos daba la victoria.

No nos lo podíamos creer, pero dijo el “Dire” que los estatutos estaban para ser cumplidos, y el acuerdo fue devuelto al Consejo.

Volvió el “gallo” del viaje, y agarró un rebote de Dios te ampare. Tardó en corregir el hecho, que ya se había ejecutado, unos meses, con una Asamblea General en la Ola por medio, donde se volvió a afear su conducta en el capítulo de Ruegos y preguntas.

Y la cosa no era difícil de corregir: en un Consejo posterior se repitió el acuerdo, se envío “la notificación preceptiva” a la Comisión de Control y se “realizó la ejecución del acuerdo ya realizado”, sin anulación real.

PERO PARA LOS ANALES QUEDA QUE UN DIRECTOR GENERAL VOTÓ A FAVOR DE LOS CONSEJEROS SINDICALISTAS Y EN CONTRA DE UN ACUERDO DEL CONSEJO DE ADMINISTRACION. Y ocurrió en LA CAJA DE AHORROS VIZCAINA.

Un año después, por las mismas fechas, sabíamos que Bontigui se volvía a ausentar por el mismo motivo: el Fondo Monetario Internacional. Y le teníamos preparada otra pequeña gresca. Comenzó la reunión de la Comisión sin su presencia, pero apareció al cuarto de hora, con una sonrisa de oreja a oreja, se acercó a mí, y con un tirón, no sé si muy cariñoso en mi oreja dijo: ¡Me voy mañana, no me vayáis a preparar otra como la del año pasado!

Y se jodió el plan. Que tampoco iba a ser muy efectivo. Y ahora, al cabo del tiempo, una cosa muy curiosa me ocurre: ¡¡no recuerdo los dos asuntos concretos sobre los que planeamos montar los pollos, uno con éxito y otro abortado!! Como para que tuvieran importancia

Y hasta aquí estas anécdotas de nuestro Santo, que yo he vivido con él, y rememorado los últimos años en las comidas de futboleros de la CAV, porque se las he podido contar con mesa y mantel. Sólo recordaba la última, la de la votación en el Comisión de Control. Las otras sólo entre nebulosas, pero las daba por ciertas al concordar con su carácter:

                                                  GRACIAS DON RAFAEL, SAN RAFAEL

Rafael López

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2 Comentarios en “Anecdotario de don Rafael Barbier Iturmendi. Director de la Caja de Ahorros Vizcaina”

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