UN DÍA CUALQUIERA
El día surgió radiante de la noche. Casi primaveral. Más, si cabe, veraniego. Día de alternativas, con muchas posibilidades de no quedarte en casa. Ir a pasear, sólo, con amigos, con los nietos que están en semana no lectiva por aquello de Don Carnal, ir a la huerta a plantar unos pimientos que, aunque sea un poco pronto, el tiempo nos dice que ya es el momento, llevar a nuestra santa esposa a comer a Castro o a Orio, quedar con la cuadrilla para desayunar unos huevos con chistorra en el txoko, o ir al Liam-Sham-Po a escanciar unas vinagrillas.
Pero el calendario -de Kutxabank, por supuesto- me indicaba que mi obligación del día era otra. Allí tenía apuntado, porque tengo que apuntar las cosas que debo de hacer, vicisitudes de la memoria histórica, que el 2 de Marzo tenía día de Universidad. Y ¿por qué tenía esa obligación? Por el mero hecho de ser socio de la Asociación de Jubilados de la BBK. O es que, por ese mismo mero hecho de pagar 7 € al semestre tengo derecho a que una Junta Directiva, dispuesta y capaz, trabajen por mí y para mí dándomelo todo hecho.
Y hacia allí me dirigí alegre y pizpireto porque, previamente, había entregado en la Editorial el libro -¡yo he venido aquí a hablar de mi libro!- que he escrito y que en breve verá, por fin, la luz. ¡Me lo quitan de las manos!
Al entrar en el Paraninfo de la U.P.V. situado en la Avenida Abandoibarra mi entusiasmo se vino abajo. Cómo puede ser que de 766 afiliados, número que nos dio el circunspecto Vicepresidente que atiende al nombre de Javi Villaverde, estuviésemos como mucho unas 120 personas nada más. Es que al resto no les interesa la información que allí se nos ofreció, o no les concierne lo que allí se debatió, o es que estaban todos en Marbella tomando el sol. Estoy convencido que esta Asociación es absolutamente necesaria y que me merece el máximo respeto la gente que, gratis et amore, están realizando un trabajo bonito, reconfortante, pero que quema. Sobre todo si no se ve respaldado “de visu”, por los socios. No necesitan que se les haga la ola, ni siquiera un “rendez-vous”, la sola presencia supone para ellos un espaldarazo a su labor y un cargar pilas para seguir en la brecha.
Es posible que los que no han acudido a la Asamblea tampoco lean esta crónica del día que amablemente me han invitado a desgranar. Pero, como siempre, no me callo y menos ahora, para decir lo que pienso ya que me han dado esta oportunidad.
No voy a desmenuzar los puntos del Orden del día porque los que estuvieron ya escucharon todos ellos, y los que no estuvieron han demostrado que no les interesa lo más mínimo por lo que es totalmente innecesario, ahora, volver sobre los mismos temas. Animo a todos/as a participar en las actividades que cada vez en mayor número nos plantean así como a contribuir al buen éxito de los viajes que proponen. Hemos estado 40 años labrando amistades como para permitirnos el lujo de perderlas ahora por inanición.
Vaya desde esta mirilla mi agradecimiento personal para los dos miembros de la Junta que, por diversas causas, cesan en su actividad, Javi Muñoz, una de las cabezas (sin coña) mejor amuebladas que conozco y José Luis Unibaso, otra cabeza que pa´qué (también sin coña). Y rodando, rodando llegó el tema estrella con debate incluido. Sí, hubo hasta debate, previa exposición por parte del Presi Angel Careaga, de los pasos que hay que dar para votar en las elecciones para el Consejo de Hazía, y lo conveniente que es que lo hagamos para estar representados, como Asociación y como afiliados, en nuestro Fondo de Pensiones con el mayor número de representantes posible. Hubo hasta aplausos para algunas intervenciones, dejando claro el respetable cuáles eran sus inclinaciones en este tema.
Un mensaje para los 650 que no estuvieron en la Asamblea. Id a votar a las oficinas o a Juan de Ajuriaguerra el día 23 en presencia, dejad la indolencia en casa. La Junta Directiva, una vez más, nos hará llegar la máxima información para que nos sea sencillo el depositar el voto. Un voto NO CAUTIVO, de total INDEPENDENCIA como recalcó en varias ocasiones el ponente al que se han agregado y dado su apoyo hasta personal en activo, conocedores de la capacidad de las personas que se presentan en nuestra plancha y sabedores de que van a defender los intereses de todos porque son sus mismos intereses. Y sin ataduras.
Leída y aprobada el Acta, las huestes al toque del “Gaudeamos igitur juvenes dum sumus” y el no menos vistoso del “Canticorum jubilo” se repartieron por los “bebetorios” adyacentes hasta la hora de la comida. Tengo que decir que tenía la esperanza de que el restaurante de la Torre de Iberdrola estuviese en el piso 30 y así, además de disfrutar del “comercio”, deleitarnos con el goce estético de las maravillosas vistas de un Bilbao espléndido en un día de lujo. Fallé en mi deseo y nos quedamos en la planta primera del gran edificio, majestuoso en su sencillez y modernidad con un toque de olivo milenario. Pero la visita al piso 24, que es el visitable, queda como petición a la Junta para que la negocie ya que nos informaron en Recepción que en el próximo mes de Abril, habrá visitas “en abierto”. Estad atentos o sed previsores.
Comedor amplio y recoleto, como todo el edificio, sin lujos vanos ni decoraciones de pega. Amplios ventanales con la ría y la Avenida de las Universidades como fondo. Comida frugal y amena, con 29 comensales que disfrutamos de recuerdos y conversación animada. Sin incidencias. Bueno, sí. Una. A la hora del pescado y la carne, se olvidaron de servir a un comensal. ¡Qué casualidad! A mí. A veces tengo la sensación de que soy invisible. E incluso en ocasiones, hasta me gusta que así sea. Menos mal que Patxito (me tomo la licencia de llamarle así), que estaba a mi izquierda, corrió raudo y veloz hacia el maitre, que en poco tiempo me plantó delante un solomillo excelso con patatas asadas. Salí ganando. Tengo que agradecer al resto de compañeros comensales su paciente espera a que yo terminase mi plato para poder pasar al postre, detalle que se agradece.
Y después de una breve sobremesa en la que tuve tiempo hasta de pescar un acólito para el coro BBKantuz Korua, del cual he dejado de ser su cabeza visible para dar paso a otros, nos fuimos a pasear a nuestros nietos, no sin antes recitar el “Todos queremos más”.
El camino se hace andando y este es el camino que, estoy seguro, recorreremos cada vez más personas y si no, al tiempo. Es decir, la próxima Asamblea. Y para terminar, una receta. No, no es culinaria pero quizá le interese a más de uno la fórmula de un viejo sabio que llegó a ser un sabio viejo.
Receta para vivir cien años
Vida honesta y arreglada
Tomar muy pocos remedios
Y poner todos los medios
De no alterarse por nada
La comida moderada
Ejercicio y distracción
No tener aprensión
Salir al campo algún rato
Poco encierro, mucho trato
Y continua ocupación
Javi Campo
Un comentario en “Un día cualquiera”
Querido Javi,Te ha quedado todo muy bonito, y muy bien escrito, pero estas cositas:
«y los que no estuvieron han demostrado que no les interesa lo más mínimo por lo que es totalmente innecesario»
«Es que al resto no les interesa la información que allí se nos ofreció, o no les concierne lo que allí se debatió, o es que estaban todos en Marbella tomando el sol»
«dejad la indolencia en casa.»
Pues bajo mi modesta opinión SOBRAN, Es probable que una parte importante de gente haya tenido alguna cosa también importante que hacer, y que su ausencia no ha tenido nada que ver con la desidia, el interés o la indolencia.
Sin acritud. Un abrazo y cuidémonos mucho que falta nos hará.
Jesús San Miguel.