POLONIA, UN GRAN PAÍS PARA VISITAR (6)

Por Jorge Ibor

WROCLAW

Pronunciar…  como podáis.

La historia reciente de esta ciudad es curiosa, según nos contaron. Cuando los rusos negociaron y lograron “correr” el país hacia el oeste ocuparon esta ciudad alemana y desterraron a todos sus habitantes (estas le gustaban a Stalin casi tanto como hacer purgas y enviar a gente a Siberia). A cambio enviaron habitantes del centro de Polonia y a Ucranianos de la zona de Leopolis (Ucrania).

Además de todas las consideraciones que se puedan hacer sobre el impacto de esta política en las personas, se encontraron los nuevos pobladores en un lugar ajeno, desconocido, sin símbolos, banderas, bailes tradicionales, etc.

La bandera la decidieron los estudiantes. Y como símbolo de la ciudad se decantaron por figuras de enanos (hay unos 270) que pusieron por sitios estratégicos.

Primero vimos unas Iglesias, luego pasamos el rio en el que dicen que todavía hay un buen número de bombas en el fondo de su cauce sin explotar, su mercado antiguo, la Universidad pública y la de los Jesuitas y su Iglesia, de perderse, la estatua al italiano arruinado por el juego, las casas de Hansel y Gretel

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y por fin… su plaza. Cualquier palabra para definirla se queda corta. Qué llegada, qué espectáculo. Para mi, después de la de Cracovia, la mejor.

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Pero como he dicho que dejo el detalle de las guías a las guías me voy a algo curioso como fue visitar un museo con un gran cuadro circular, Museo Panorama de la Batalla de Raclawicka, donde se narra una batalla que ganaron los polacos.

Otra cosa también curiosa fue ver la calle o pasaje de las carnicerías, Stare Jacki, con sus pequeñas estatuas de animales de granja.

Tuvimos una guía local, profesora universitaria jubilada. Les permiten trabajar de guía ya que las pensiones son muy bajas.

Por su edad nos habló de las penurias en la época comunista, de las colas y de un hecho curioso, uno de los productos valorados era el papel higiénico, prácticamente inexistente.

Por cierto, aquí tuvo Fagor su fábrica polaca. La guía local no tenía muy buen recuerdo. Cobraron las ayudas y nos dejaron en el paro… No entro en la veracidad de lo dicho por ella.

También dormimos aquí la noche anterior a la visita.

CZESTOCHOWA

Confieso que no soy muy religioso. Que he estado en templos de diversas religiones. He hecho el Camino de Santiago con mi buen amigo Javi quien, os recuerdo, junto con Isabel compartieron este viaje con Bego y yo mismo. Que el Pilar de Zaragoza ha sido de pequeño como una referencia. También he estudiado en colegio religioso de los Dominicos, con nombre de inquisidor nada menos.

Czestochowa es distinto. Es más, mucho más. Es entrar en un Santuario lleno a rebosar de  fervoroso fieles. Es ver la religiosidad llevada al extremo. Se nota, se siente, se respira. Ver los peregrinos allí no tiene nada que ver con Santiago, es mucho más.

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Yo no tengo claro si hay que ir a Czestochowa. Desde luego, no me arrepiento. Ver la religiosidad que allí hay, aunque ni la entienda ni la comparta, es algo digno e impresionante.

El recinto y la Iglesia son muy bonitos. Es obligado pasar por la estatua de la Virgen. Merece la pena ver, además, una serie de lienzos sobre la vida de Cristo.

Dormimos en un hotel de la ciudad que me pareció que debía ser lo más parecido a un convento de clausura que alquilase habitaciones. Con una tienda de recuerdos llena de crucifijos, estampas de santos, etc.

Hicimos pocas fotografías. El recinto imponía demasiado.

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