Un De­re­cho vas­co pa­ra tod@s

Artículo publicado en El Correo, España 15 nov 2015 por JA­VIER MU­ÑOZ

Guía prác­ti­ca de los cam­bios pa­ra ha­cer tes­ta­men­to apro­ba­dos por el Par­la­men­to de Vi­to­ria.testamento

Los ciu­da­da­nos de Eus­ka­di tie­nen una ve­cin­dad ci­vil nue­va que les da más li­ber­tad pa­ra re­par­tir la he­ren­cia y que re­fuer­za al cón­yu­ge viu­do fren­te a los hi­jos.
Eus­ka­di tie­ne un nue­vo De­re­cho vas­co des­de el pa­sa­do 3 de oc­tu­bre, fe­cha en que en­tró en vi­gor la ley im­pul­sa­da por la Aca­de­mia Vas­ca del De­re­cho y apro­ba­da a co­mien­zos de ve­rano por el Par­la­men­to de Vi­to­ria. Aun­que es un hi­to his­tó­ri­co pa­ra los ju­ris­tas e in­tro­du­ce cam­bios de ca­la­do en ma­te­ria de he­ren­cias, mu­chos ciu­da­da­nos co­rrien­tes ig­no­ran en qué con­sis­ten y cuá­les son sus efec­tos prác­ti­cos. Y por su­pues­to ig­no­ran el im­pac­to que tie­nen so­bre el es­que­ma ju­rí­di­co de la co­mu­ni­dad au­tó­no­ma, que has­ta aho­ra ha bas­cu­la­do so­bre tres ejes: el De­re­cho fo­ral viz­caíno en los mu­ni­ci­pios don­de es­tá vi­gen­te; el fo­ral de Aya­la, que afec­ta a un te­rri­to­rio y a una po­bla­ción muy pe­que­ña de Ála­va; y el De­re­cho Ci­vil co­mún, que se apli­ca en ca­si to­da Ála­va, en to­da Gi­puz­koa (con sin­gu­la­ri­da­des fo­ra­les res­pec­to al ca­se­río), en bue­na par­te de Biz­kaia y en las tres ca­pi­ta­les vas­cas.

El nue­vo De­re­cho vas­co se pro­yec­ta so­bre ese ta­ble­ro de aje­drez fo­ral, crean­do una ve­cin­dad ci­vil co­mún pa­ra los tres te­rri­to­rios his­tó­ri­cos. ¿Y qué es eso exac­ta­men­te? Di­cho en len­gua­je llano, es un mí­ni­mo al que es­tán su­je­tos to­dos los ciu­da­da­nos de la co­mu­ni­dad en ma­te­ria de su­ce­sio­nes, de mo­do que de­be­rán cum­plir­lo vi­van don­de vi­van. En la prác­ti­ca, lo que se ha­ce es re­du­cir la par­te que hay que dar obli­ga­to­ria­men­te a los des­cen­dien­tes (que­da en un ter­cio a los hi­jos y re­par­ti­do co­mo se quie­ra). Ello su­po­ne más li­ber­tad pa­ra los vas­cos, es­tén su­je­tos a un fue­ro o no (aun­que se res­pe­ta la li­ber­tad to­tal de tes­tar del Fue­ro de Aya­la). Tam­bién se ar­bi­tran me­ca­nis­mos pa­ra pro­te­ger al viu­do/viu­da fren­te a los hi­jos, re­for­ma que no­ta­rán so­bre to­do quie­nes es­tén su­je­tos al De­re­cho Ci­vil co­mún (más del 70% de la po­bla­ción de Eus­ka­di). A con­ti­nua­ción se abor­dan los prin­ci­pa­les in­te­rro­gan­tes que el nue­vo De­re­cho vas­co ha sus­ci­ta­do en los ciu­da­da­nos. En los que pien­san ha­cer tes­ta­men­to y en los que du­dan en­tre cam­biar el que han he­cho o de­jar­lo co­mo es­tá.

La nue­va ve­cin­dad que crea el De­re­cho vas­co y que al­te­ra los tes­ta­men­tos, ¿có­mo se con­si­gue?
Por tres vías. La pri­me­ra, a tra­vés del na­ci­mien­to; es de­cir, la re­ci­bi­rán los hi­jos de sus pa­dres cuan­do es­tos ten­gan esa ve­cin­dad. La se­gun­da, ex­pre­sar esa vo­lun­tad en el Re­gis­tro Ci­vil, acre­di­tan­do dos años de re­si­den­cia en la co­mu­ni­dad au­tó­no­ma. La ter­ce­ra po­si­bi­li­dad es sim­ple­men­te vi­vir diez años se­gui­dos en Eus­ka­di. Aho­ra bien, quie­nes se en­cuen­tren en esa si­tua­ción tam­bién pue­den ha­cer
cons­tar en el Re­gis­tro que no quie­ren la ve­cin­dad vas­ca.
¿Cuán­do se pier­de la ve­cin­dad?
Al ad­qui­rir otra dis­tin­ta. Ello re­quie­re dos años de re­si­den­cia en otro te­rri­to­rio, ex­pre­san­do en el Re­gis­tro el de­seo de cam­biar; o al­ter­na­ti­va­men­te diez años se­gui­dos en ese mis­mo lu­gar. Quien se en­cuen­tre en es­ta úl­ti­ma cir­cuns­tan­cia pe­ro no ten­ga in­te­rés en una nue­va ve­cin­dad, sino que quie­ra con­ser­var la vas­ca, tam­bién ten­drá que de­cir­lo en el Re­gis­tro.

¿Có­mo se lo de­jo to­do a mi cón­yu­ge pa­ra que lue­go lo re­par­ta en­tre los hi­jos?
Es la tí­pi­ca preo­cu­pa­ción que asal­ta­ba a las fa­mi­lias afin­ca­das en te­rri­to­rio de De­re­cho ci­vil co­mún. A di­fe­ren­cia de lo que ocu­rre con las fa­mi­lias afo­ra­das, las otras se en­fren­ta­ban al hi­po­té­ti­co es­ce­na­rio de que, tras la muer­te del tes­ta­dor, los hi­jos pi­die­ran re­cla­mar su par­te de la he­ren­cia, de­jan­do al viu­do o viu­da en una po­si­ción de­li­ca­da. La ve­cin­dad co­mún ofre­ce una he­rra­mien­ta pa­ra des­pe­jar tal in­cer­ti­dum­bre en cual­quier lu­gar de Eus­ka­di. Se co­no­ce co­mo po­der tes­ta­to­rio y es una va­rian­te de lo que se de­no­mi­na téc­ni­ca­men­te tes­ta­men­to por co­mi­sa­rio. Con­sis­te en que quien ha­ce tes­ta­men­to pos­po­ne el re­par­to de la heren­cia y de­ja que la dis­tri­bu­ya el cón­yu­ge vi­vo con cier­tas li­mi­ta­cio­nes. Lo po­drá ha­cer a lo lar­go de su vi­da, de mo­do que su po­si­ción se re­fuer­za no­ta­ble­men­te allí don­de no lo es­ta­ba.

¿Es po­si­ble pro­te­ger al cón­yu­ge vi­vo tam­bién en las pa­re­jas de he­cho?
Ese es uno de los avan­ces de la re­for­ma del De­re­cho fo­ral, ya que co­lo­ca a los ma­tri­mo­nios y a las pa­re­jas de he­cho al mis­mo ni­vel, y por ello tam­bién po­si­bi­li­ta en es­tas úl­ti­mas el po­der tes­ta­to­rio.
¿Qué mar­gen tie­ne el ciu­da­dano pa­ra re­par­tir la he­ren­cia?
En Aya­la (Ála­va) exis­tía y exis­te la li­ber­tad de tes­tar, pe­ro en el res­to de Eus­ka­di hay co­mo an­tes unas par­tes que obli­ga­to­ria­men­te de­ben ir a pa­rar a he­re­de­ros con­cre­tos (lo que se co­no­ce co­mo la ‘le­gí­ti­ma’). Lo que ocu­rre es que la ve­cin­dad vas­ca in­tro­du­ce nue­vos por­cen­ta­jes y qui­ta a al­gu­nos pa­rien­tes de en ­me­dio. Con ella, los he­re­de­ros for­zo­sos son los hi­jos y des­cen­dien­tes, el viu­do y cuan­do no ha­ya hi­jos, pe­ro só­lo en ese ca­so, los pa­dres y as­cen­dien­tes del fi­na­do. A los hi­jos les co­rres­pon­de un ter­cio de la he­ren­cia, a dis­tri­buir co­mo se quie­ra. El viu­do tie­ne el usu­fruc­to de la mi­tad del le­ga­do si hay hi­jos, y de dos ter­cios si no los hay. Pe­ro aún go­za de más ven­ta­jas con­cre­tas (ya se tra­te de un ma­tri­mo­nio o pa­re­ja de he­cho). Ten­drá de­re­cho de uso y ha­bi­ta­ción en la vi­vien­da con­yu­gal mien­tras per­ma­nez­ca viu­do, no ha­ga vi­da ma­ri­tal ni ten­ga un hi­jo fue­ra del ma­tri­mo­nio o no cons­ti­tu­ya una nue­va pa­re­ja de he­cho.

En­ton­ces ¿los pa­dres ya no son he­re­de­ros for­zo­sos?
Así es. De ese mo­do, si el fa­lle­ci­do o fa­lle­ci­da y su pa­re­ja no te­nían hi­jos y los pro­ge­ni­to­res del pri­me­ro aún vi­ven, se pro­te­ge a la pa­re­ja.

¿Pue­do des­he­re­dar a un hi­jo?
Por su­pues­to. La ve­cin­dad co­mún per­mi­te que el ter­cio de la he­ren­cia de los hi­jos se re­par­ta co­mo se quie­ra. Por ejem­plo, de­ján­do­lo to­do a uno de ellos y sin na­da a los de­más. En reali­dad, es­to ya se po­día ha­cer en te­rri­to­rio afo­ra­do viz­caíno, don­de has­ta aho­ra la úni­ca op­ción era en­tre­gar obli­ga­to­ria­men­te los 4/5 a los hi­jos, pe­ro de la for­ma que se qui­sie­se (es de­cir, de­jan­do sin na­da a va­rios). Sin em­bar­go, la ve­cin­dad vas­ca re­pre­sen­ta un cam­bio im­por­tan­te en el te­rri­to­rio de De­re­cho co­mún, pues­to que ahí só­lo exis­tía la po­si­bi­li­dad de dar a los hi­jos 2/3, de los cua­les 1/3 tie­ne que ser for­zo­sa­men­te a par­tes igua­les y el otro co­mo se quie­ra.

¿Y si quie­ro re­par­tir­lo to­do an­tes de mo­rir?
La ve­cin­dad vas­ca no se ol­vi­da del de­no­mi­na­do pac­to su­ce­so­rio en vi­da, que va­le más que un tes­ta­men­to y cons­ta en es­cri­tu­ra pú­bli­ca. Esa fi­gu­ra pue­de tra­du­cir­se en la re­nun­cia a un le­ga­do (acor­da­da con un hi­jo) o en un acuer­do de acep­ta­ción del mis­mo de dos ma­ne­ras. Una de ellas es que se dis­pon­ga de él des­de an­tes del fa­lle­ci­mien­to, con las con­di­cio­nes que acep­ten el que lo da y el que lo re­ci­be. El re­cep­tor só­lo res­pon­de de las deu­das pos­te­rio­res al pac­to, pe­ro no de las an­te­rio­res. La otra fór­mu­la es el pac­to ‘post mor­tem’: el le­ga­do pa­sa al be­ne­fi­cia­rio des­pués de la muer­te del ti­tu­lar, aun­que el pri­me­ro ya dis­fru­ta­ba de al­gu­nas pre­rro­ga­ti­vas con an­te­rio­ri­dad.

¿Có­mo que­da la fa­mi­lia cuan­do el fa­lle­ci­do no ha he­cho tes­ta­men­to?
La ve­cin­dad vas­ca pre­vé un or­den su­ce­so­rio co­mo si­gue: des­cen­dien­tes, viu­do/a, as­cen­dien­tes y pa­rien­tes co­la­te­ra­les has­ta el cuar­to gra­do. Si no apa­re­ce na­die, to­do va a la co­mu­ni­dad au­tó­no­ma.

¿Qué son los de­no­mi­na­dos bie­nes tron­ca­les?
Son un signo de la fo­ra­li­dad. Se tra­ta de bie­nes in­mue­bles ad­qui­ri­dos en los te­rri­to­rios de De­re­cho fo­ral viz­caíno. En es­te pun­to no va a ope­rar la igual­dad de los vas­cos que trae con­si­go la ve­cin­dad ci­vil co­mún. Los ti­tu­la­res de esos bie­nes que sean afo­ra­dos no pue­den ma­ne­jar­los co­mo quie­ran, sino res­pe­tan­do los de­re­chos de los pa­rien­tes tron­que­ros (des­cen­dien­tes, as­cen­dien­tes has­ta el que ad­qui­rió el bien y los co­la­te­ra­les has­ta el cuar­to gra­do). Si por ejem­plo se po­nen a la ven­ta, esos fa­mi­lia­res tie­nen de­re­cho de tan­teo. Y se trans­mi­ten a un ex­tra­ño, un fa­mi­liar tron­que­ro pue­de im­pug­nar esa de­ci­sión.

¿Qué pa­sa con los acree­do­res del fi­na­do?
Los he­re­de­ros se ha­rán car­go de las deu­das só­lo has­ta ago­tar los bie­nes del le­ga­do, pe­ro na­da más (la op­ción ya exis­te en el Có­di­go Ci­vil). Se crea un sis­te­ma pa­ra aten­der las obli­ga­cio­nes, en el cual fi­gu­ran los he­re­de­ros en úl­ti­mo lu­gar.

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