
Cuando hace 22 años Bego y yo decidimos venirnos a vivir al campo sabíamos lo que hacíamos. Nuestras familias y amigos nos decían:
– Pero estáis locos¡, vivir en Muxika un pueblo de 1500 habitantes esparcidos en barrios y caseríos diseminados y a 33 km de Bilbao, vosotros que soy urbanitas totales, del mismo centro de Bilbo, ¿como os vais a ir allí tendriais que venir en coche todos los días a trabajar?.
Pues sí, nosotros sabíamos lo que queríamos: una casita en el campo con un pequeño jardín, para dedicarnos a nuestras plantas y bonsais y poder tener un pastor alemán.
Y así fue: cuando todavía no nos habían terminado la casa se incrustó en nuestras vidas GORA nuestra primera perra.
Gora la lista del barrio:
Efectivamente poco a poco Gora se fue haciendo la mas lista, ganándose el cariño de propios y extraños y estableciendo con la familia unos lazos de cariño que no olvidaremos nunca. Convivir con un pastor alemán en una casa en el campo es una gozada,

cuando vas a dar una vuelta y la ves disfrutar corriendo, cuando la llamas o silbas y corre hacia tí para sentarse y mirarte a los ojos, te das cuenta de los nobles que son los perros.
Esos días de invierno que estas dentro de casa viendo la tele y la oyes ladrar y golpear la puerta del jardín sabes que ha venido alguien, es el mejor timbre que hemos podido tener.
Entonces se nos ocurrió que queríamos ampliar la familia y le buscamos un novio a Gora. El primero no le gustó pero el segundo Roy fue muy efectivo, porque además era de Bilbao como ella y a los pocos meses, finalizando el año 96, tuvo una bonita camada.
Esto si que fue la locura total, cuatro cachorros corriendo por la casa sin control, no os lo podéis imaginar, pero Bego se acuerda perfectamente y dice: «Nunca jamás tendremos otra camada».

De los cuatro cachorros de la camada a mí me gustaba uno, el mas grande y que pesaba el doble que los demás: Indar. Yo quería tener un macho y se quedó en casa.
Indar el fuerte del barrio:
La verdad es que Indar llamaba la atención por grande, peludo, fuerte, tranquilo e imponente.
Por aquel entonces tuve que llevar a entrenar a Indar, aunque en realidad a quien me vino bien fue a mí, para mejorar un poco mi forma física.
Madre e hijo eran la alegría de la familia y los niños disfrutaban con su compañía, aunque a veces Indar les huía.
Como es ley de vida Gora nos dejó cuando tenía 12 años en el 2005 e Indar en el 2009, los dos están enterrados en el jardín que tantas veces recorrieron.
Sua la txiki:
A finales del 2010 en Txakur-Bai nació Sua que vino a casa en enero y que fué la alegría de Bego, se pasaban horas y horas, la una tirando palito o pelota y la otra corriendo a recogerlos:
Por desgracia tuvimos la mala suerte de que Sua se nos murió de repente. Con 23 meses cayo fulminada de repente seguramente un ataque al corazón.
Ya os podéis imaginar el disgusto, no he visto a Bego llorar tanto nunca.
Habíamos decidido no tener mas perros pero nos hablaron de una camada que estaba en un pueblo de la provincia de Burgos y allí nos fuimos a por una perra y volvimos con dos.
Neska y Kira las hermanas:
Hoy en día compartimos jardín y cocina con estas dos maravillas, tan juntas y tan distintas:
Manejar a dos perras a la vez ha sido complicado así que hemos tenido que recurrir a la ayuda de un entrenador y ahora están mucho mas educadas.
Conclusión: Tener mascotas tiene algunos inconvenientes, sobre todo que te privan de cierta libertad aunque siempre buscas a alguien o recurres a un hotel canino, pero para nosotros muchas mas ventajas que las vas observando cada día, su lealtad y su cariño nos hacen la vida mas agradable.
Javi Muñoz