Antonio Machado y Soria (1907-12), (II)

Necesariamente el segundo artículo sobre Machado y Soria tiene que referirse al trabajo, que Antonio envió y publicó “El Liberal” (Madrid) en febrero de 1908.  El poema, conocido como “Retrato”, es ya una joya literaria, que merece la pena recordar.

Aunque la lectura y comprensión de estos versos es un tema muy personal, me voy a atrever a comentar las referencias geográficas y de personajes con la intención de enriquecer la reflexión y participar en torno a unas ideas muy pensadas, expresadas con una técnica poética depurada.

Posiblemente aquel primer curso de francés en el Instituto de Soria (1907-1908) no fue una carga muy pesada para Antonio. Tuvo  siete alumnos, todos chicos. En su vida académica, Antonio

Leonor Izquierdo con 15 años (el hada más jóven), el día de su boda con Antonio Machado, el 30 de julio de 1909.
Leonor Izquierdo con 15 años (el hada más jóven), el día de su boda con Antonio Machado, el 30 de julio de 1909.

nunca suspendió a nadie, ya que pensaba que lo del saber no tiene nada que ver con memorizar.

En Diciembre de 1907 tuvo que trasladarse por cierre a una nueva pensión que regía la hermana de la dueña de la anterior, Isabel Cuevas y su marido, Ceferino Izquierdo, padres de tres hijos. La mayor era Leonor.

Retrato

Comentamos, sin más, el poema de Machado.

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla

Alude el poeta a sus cuatro primeros años. Había nacido en el palacio de las Dueñas, propiedad de los duques de Alba, que en aquellos años (1875), lo arrendaban a inquilinos administrados por el padre de Antonio.

y un huerto claro donde madura el limonero

Se refiere a los cuatro años siguientes (entre los cuatro  y los ocho). Ya no viven en las Dueñas y el poeta refleja la pérdida de su paraíso.

mi juventud, veinte años en tierra de Castilla

Cuando tenía Antonio ocho años, su familia, siguiendo los pasos del abuelo paterno, Antonio Machado Núñez, se traslada a Madrid. Nuestro poeta “cierra” su juventud a los veintiocho años.

mi historia, algunos casos que relatar no quiero

El “no quiero” recuerda la primera frase del “Quijote” (“En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”)

¿Quiénes eran Mañara y Bradomín?

Continuamos la lectura del poema:

Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido

Miguel Mañara era un calavera y mujeriego sevillano, que, arrepentido, mandó que le enterraran a la entrada del Hospital de la Caridad, fundado por él, con la siguiente inscripción: “aquí yace el peor hombre del mundo”.

Bradomín, sin embargo, es un personaje literario creado por Valle-Inclán, que satisfizo innumerables veces en una noche a la excitada Niña Chole (esto lo explicaría mejor mi amigo Fidel). Solo una cosa lamentaba Bradomín: no haber sido homosexual. Sin duda, Valle-Inclán quería decir “bisexual”, sin el sentido del que cree que el término se refiere a acostarse con dos.

-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-

mas recibí la flecha que me asignó Cupido

y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario

Antonio nos confiesa una cierta pasividad frente al amor (“asignó”, “hospitalario”…). Posiblemente quería decir que no se parecía en nada a su hermano Manuel, poeta también con fama, pero de una forma de vida y carácter totalmente diferentes.

 

El tan citado atributo de jacobino

Seguimos con el poema:

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,

pero mi canto nace de manantial sereno;

y más que un hombre al uso, que sabe su doctrina,

soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Es habitual que los políticos citen lo de jacobino como centralista. Aquí Antonio realmente nos dice que, siguiendo la tradición familiar, era revolucionario y anticlerical, pero que nunca una diferencia de ideologías le llevaría a sentir hostilidad hacia el diferente.

 

Cosas de la técnica poética

Continuamos

Adoro la hermosura y en la moderna estética

corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;

mas no amo los afeites de la actual cosmética,

ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

Solo citar que cuando dice “mas no amo los afeites de la actual cosmética” se refiere, sin duda, a su amigo y admirado Rubén Darío.

 

Una evocación personal

Mi profesor de literatura (hace ya muchísimos años) incluía en sus ejemplares apuntes los siguientes versos del poema que comentamos. Estoy convencido que esconden las fantasías de personas tímidas, que precisan de un cierto exhibicionismo:

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera

mi verso como deja el capitán su espada,

famosa por la mano viril que la blandiera,

no por el docto oficio del forjador preciada.

 

Para terminar

El final del poema de Antonio es de antología. Lo trascribo para que lo disfrutéis:

Converso con el hombre que siempre va conmigo

-el que habla solo espera hablar a Dios un día-

Mi soliloquio es plática con este buen amigo,

que me enseñó el secreto de la filantropía

Y, en suma, nada os debo: debéisme cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho donde yago.

Y cuando la hora llegue del último viaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.

 

Pedro Escalante

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