Por Pedro Escalante
Gerardo ocupó la cátedra de literatura en el Instituto de Enseñanza Media (hoy Antonio Machado) de Soria en 1920, ocho años después de la triste salida de Antonio en agosto de 1912. Gerardo, se había licenciado en la Universidad de Deusto, en Bilbao, y era santanderino de nacimiento, devoción y vocación.
No podemos hablar de Soria y poesía sin citar a Gerardo Diego. En Soria le recuerdan con una simpática estatua en los soportales de la calle de El Collado. La estatua y los visitantes merecen una selfi.
Adoraba, Gerardo, la tierra de su padre: los montes que separan los valles del Pas, Soba y la merindad de Espinosa. El abrupto monte de Castro Valnera era su preferido: en medio de las tierras pasiegas, el lugar de nacimiento de su padre y desde cuya cumbre se divisa Santander, su cuna, su pasión, su vida, su palabra…
Gerardo entre clase y clase en el instituto de Soria se desplazó a Silos y compuso el que se considera el más bello soneto de la lengua española:
EL CIPRÉS DE SILOS
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de altos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
No obstante Gerardo, siempre que podía, leía en público los versos que más le emocionaban, dedicados a su hermana, sordomuda:
¿Acaso sabías, dulce hermana,
dulce doncella sordomuda,
que Dios que te selló boca y oídos
para embriagarte de su música,
desataría un día mi trabada
lengua discípula y adulta?
¿Sabías ya que yo iba a ser poeta?
¿No eres tú, Emilia, quien me apunta?
En esta ya larga (y pesada) relación de artículos sobre Machado, Bécquer… incorporo ahora un recuerdo a Gerardo Diego, que también cantó a Soria.
Queremos planificar esa excursión, porque nos gusta la poesía; el poeta nos invita:
Desde el cántabro mar
también, como vosotros, subí a Soria a soñar.
También Santander recuerda a Gerardo con una estatua, sentado en un banco del mirador del paseo Reina Victoria, contemplando su “bahía natal” cuya visión, que tampoco pueden ver sus ojos de bronce, impiden los árboles crecidos del paseo. Cito los versos finales del soneto dedicado a “su” hermosa bahía de Santander:
… … …
Mi alma todas tus horas, una a una,
sabe y distingue y nombra y encadena.
De mi vivir errante fuiste cuna
nodriza, y de mis sueños madre plena.
La muerte, madre mía, a ti me una,
agua en tu agua, arena de tu arena.
Y llegamos al final en el diseño de esta ruta de poetas que cantaron a Soria. Espero que os haya gustado y os haya, sobre todo, motivado para compartir una excursión a los lugares que tanto inspiraron a nuestros mejores poetas.
Definitivamente hay que organizar una excursión a Soria y Veruela una vez pasado el invierno. Y ya me atrevo a pedirte que prepares otra serie.
Antonio, Gustavo Adolfo y Gerardo son reconocidos poetas de nuestra literatura: dos sevillanos y un santanderino. Los tres se estremecieron en las tierras de Soria (..subí a Soria a soñar).
Si la lectura de los poetas nos gusta, programar una excursión a Soria de nuestro grupo de jubilados-activos, completaría compartir unos buenos momentos y participar en las cosas que escribieron y sintieron. Si a un grupo suficiente nos gusta la idea, el asunto está hecho. Ánimo.
Si, como dice Jorge, pensamos en otra serie yo sugeriría unas visitas a los importantes restos de la civilización romana, que han surgido con muy buen gusto en los territorios próximos. Lo hablamos y lo decidimos.